15 mar 2012

El recibo no es de recibo

La conjunción de episodios de gobernanza cuestionable en lo político y en lo corporativo, unida a la ausencia en España de instituciones de peso en lo que por ahí se denomina la sociedad civil más una alegre despreocupación de la clase media, que es la de quienes trabajamos y vivimos como podemos sin participar de ninguno de los privilegios que se dan en los mundos de la política y corporativo, está suponiendo entre otras consecuencias cambios en la provisión de algunos bienes de primera necesidad.

Primero y muy evidente ha sido la vivienda, que dejó de ser un bien socialmente accesible a un coste razonable en relación con el nivel medio de renta para convertirse en un lujo de ricos o la aceptación de una semiesclavitud por vida en el acto de firma de la correspondiente hipoteca. Ahora empieza a serlo también la energía, cuya carestía empieza a resultar alarmante especialmente si se compara el alza vertiginosa de los precios en relación con la evolución de los ingresos de las familias, las PYME y hasta las administraciones públicas. Este problema no es superficial, ni coyuntural ni exclusivamente importado. Obedece entre otras razones a la conformación e interrelación del poder económico y político, algo aceptado por la mayoría como parte inevitable de las reglas del juego, pero que es lógico empezar a cuestionar.

La transición hacia la democracia que se inició con la muerte de Franco se ha detenido en lo político en el régimen oligopolístico que gestionan los partidos. En la parte económica, la concentración de poder en las grandes corporaciones es un hecho evidente. A la vista de los hechos y las consecuencias, no está de más pensar si el interés público se encuentra mucho o poco alineado con ambas formas de poder tal como se hallan constituidas y ejercidas actualmente. Y desde luego la 'indignación' no deja de ser en este contexto una reacción marginal, comprensible pero incapaz de cambiar el estado de las cosas.

En el mundo anglosajón se ha acuñado un término bastante elocuente: the squeez-mid (por the squeezed middle class, es decir la exprimida clase media).

Adjunto copia de un editorial que publicaba hace unos meses el diario The Financial Times sobre este asunto. Puede descargarse aquí.

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