28 mar 2012

Sostiene Pereira, Fomento anima

Estoy seguro de que el título de la novela del recién difunto Tabucchi (q.e.p.d.) y el titular de la noticia que aparecía ayer en el diario Expansión no guardan la más mínima relación desde el punto de vista del contenido de una y otra cosa. Hay sin embargo en esa asociación espúrea de palabras una afinidad rítimica contrapuntística curiosa, algo parecido a lo que los filólogos denominan una hilación fonética sibilina.

El caso es que el Ministerio de Fomento no quiere dejar de obrar en esta época menesterosa y anima a los agentes privados a ello, lo cual está bien y mejor aún si lo que se persigue es que los fines y la utilidad real ¿pública? de las obras tengan sentido y medida verificables más allá de la cuenta de resultados de las empresas que las construyan. En este caso además habrá que asegurar la compatibilidad del interés público con la rentabilidad extra necesaria para satisfacer a quienes las financien, por lo que la viabilidad del plan pasará por hacer hueco suficiente a dos tipos de beneficios, el constructivo y el financiero. Lo que parece claro es que la inversión en obras públicas o infraestructura -si se prefiere este horrible término, va a situarse durante estos próximos años en situación de excentricidad en relación con la tradicional fuente de los PGE. La acción que han de ejercer en este contexto los representantes del interés público, políticos y funcionarios, se verá desplazada del cómodo ordeno y mando a un universo decisional mucho más complejo, rico en matices y desde luego necesitado de habilidades significativamente más sofisticadas y proactivas que ejercer la acostumbrada disposición de crédito y la potestad sobre el correspondiente Pliego de Condiciones.

Este es un tema sin duda tan interesante como transcedente para la profesión de la ingeniería, y debería abrir oportunidades reales de mejora a ambos lados del negocio, el público y el privado. También lo es y seguramente aún más, para la articulación del interés público en el diseño de una forma de provisión de un bien básico -la movilidad, que al menos quien esto escribe no quisiera ver en el futuro en situación tan aberrante como la que sufre en estos momentos el sector de la energía. Pero ¿se harán las cosas bien, tratando de encontrar un equilibrio virtuoso entre ambos intereses o simplemente volveremos a encontrarnos con lo de siempre?

Consultar aquí la noticia sobre los planes de Fomento que publicaba ayer el diario Expansión.

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